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jueves, 15 de mayo de 2014

Neuropsicología de las Drogodependecias (II)

OPIÁCEOS

Se consumen en forma de derivados del opio o de la adormidera (heroína, morfina o codeína son algunos ejemplos). En periodos anteriores su consumo era mayormente vía intravenosa, pero en la actualidad, los problemas sanitarios, sociales y culturales han llevado a los consumidores de éstas sustancias por vía respiratoria.

Entre los efectos de los opiáceos destacan la sensación de bienestar, la euforia, sedación, miosis, analgesia, etc. Pueden provocar efectos secundarios a nivelo físico, tales como depresión respiratoria e incluso muerte del consumidor. Generan una fuerte dependencia y tolerancia. Los síndromes de abstinencia padecidos por los consumidores de opiáceos son de alta gravedad, con un importante porcentaje de mortalidad. Además, históricamente, el consumo de opiáceos ha supuesto un importante riesgo para la salud pública, no solo por sus efectos neuropsicológicos sino también por la propagación de ciertas enfermedades venéreas debido a su vía de administración.


CANNABIS

- Derivados del cannabis.
Un 27.3% de la población española reconoce haber consumido cannabis alguna vez en su vida, y un 10.1% en los últimos 12 meses (Instituto Nacional de Estadística, 2007). Se consume principalmente por vía inhalada, pero también por vía oral requiriendo en este caso el triple de dosis para producir los mismos efectos.
Basa sus efectos psicoactivos en su composición química:

·         tetrahidrocanabinoides (THC): sustancias lipofílicas, las cuales no se eliminan del encéfalo hasta pasado un mes del consumo. Esto sucede por algunos cannaboideos de almacenan en las zonas lipídicas de algunas neuronas que no son capaces de eliminarlos hasta pasados meses. Existen receptores específicos en el sistema endocanabionide, con especial relevancia en áreas prefrontales, hipocampales y cerebelosas, a los que se unen estas sustancias. Tienen una escasa capacidad de adicción pero un alto efecto de tolerancia.


Entre sus efectos encontramos: euforia, somnolencia, alteración de la percepción (distorsión de la realidad y el espacio temporal), trastornos psicóticos autolimitados, disforia, despersonalización, etc. Por su parte, el consumo crónico parece presentar un cuadro clínico caracterizado por cambios cognitivo-conductuales, abulia, síndrome amotivacional (falta de motivación), hipoprosexia (disminución de la capacidad de atención) y alteraciones en la memoria reciente


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